Por Patricia Cuenca Gómez, Profesora de Filosofía del Derecho de la UC3M e investigadora del IDHPB
Las mujeres han estado en la primera línea de la pandemia como trabajadoras de sectores esenciales – como educadoras, personal médico, cajeras de supermercado, trabajadoras sociales etc. – y como proveedoras de cuidado fuera y dentro del hogar. Sin embargo, no están representadas en condiciones de igualdad en los mecanismos de gobernanza y organismos creados para abordar la pandemia y sus consecuencias socioeconómicas.
Como muestran los datos recopilados por el Global Gender Response Tracker, mujeres son sólo el 24% de las personas que integran los alrededor de 225 organismos estudiados por PNUD en 137 países, en 26 de los cuáles no hay ninguna mujer. A lo anterior se suma que las voces de las mujeres se han silenciado en la cobertura mediática de la historia de la pandemia, en la que los hombres han sido también los protagonistas (The Missing Perspectives of Women in COVID-19 News), lo que determina, además, que las mujeres tengan una influencia limitada en la formulación de las políticas para la gestión de la crisis.
Las mujeres permanecen ausentes a pesar de existir evidencias que muestran el papel fundamental que pueden desempeñar en la respuesta a la pandemia. En efecto, las mujeres han tenido un rol crucial en otras pandemias o epidemias (como el zika, el ébola o la polio); el estilo de liderazgo de las (pocas) dirigentes en la gestión del COVID-19 se ha descrito en general como más colectivo que individual, más colaborativo que competitivo y más orientativo que imperativo y ha tenido como resultado una mayor eficacia en las políticas de contención del virus; y, en todo el mundo, las mujeres están ejecutando, desde la prestación de servicios en primera línea y, sobre todo, a través de organizaciones de la sociedad civil, respuestas efectivas e inclusivas frente a la crisis sanitaria y sus implicaciones recurriendo a sus conocimientos expertos para suplir la falta de servicios esenciales, dar información, apoyo y asistencia y sensibilizar sobre los problemas específicos que diversos colectivos de mujeres enfrentan en pandemia (COVID-19 y liderazgo de las mujeres: Para responder con eficacia y reconstruir mejor)
Más allá de los organismos de gestión de la crisis sanitaria, en muchas esferas de la vida pública, las mujeres lamentablemente siguen infrarrepresentadas en las instituciones de toma de decisión incluso en ámbitos, como el sanitario, en el que son mayoría. Por otro lado, durante la pandemia, muchas mujeres están asumiendo una tremenda carga adicional del trabajo y cuidados en el hogar y afrontando amenazas relacionadas con el virus y sus efectos, lo que puede mermar, todavía más, sus oportunidades de participación en el espacio público.
La exclusión de las mujeres en las discusiones y toma de decisiones sobre la respuesta y recuperación implica el riesgo de que sean aún más marginadas en medio de la crisis de salud más grave de la historia de la humanidad (COVID-19 y liderazgo de las mujeres: Para responder con eficacia y reconstruir mejor). La representación desigual de las mujeres supone que sus problemas y necesidades, muchos preexistentes pero agravados por la emergencia sanitaria, son omitidos, una vez más, en los procesos de desarrollo, examen y seguimiento de las políticas, planes y presupuestos asociados a la lucha contra el COVID-19, incluida la recuperación a futuro, y debilita, además, toda respuesta inclusiva. No puede haber una respuesta feminista si no hay mujeres construyendo esa respuesta y sin mirada de género saldremos peor de esta crisis y dejaremos, de nuevo, a las mujeres atrás, todavía más atrás. Por ello, resulta imprescindible que se asegure la participación equitativa de las diversas mujeres en las instituciones de toma de decisiones y que se aproveche su inclusión, su apoyo y su experiencia para “reconstruir mejor”.
¿Qué estrategias pueden plantearse para fortalecer el liderazgo y la participación de las mujeres en la respuesta al COVID-19 y la recuperación de la crisis?