DERECHOS Y PANDEMIA
- I. A largo del mes de abril hemos tenido la oportunidad de reflexionar sobre cómo la pandemia del Coronavirus ha impactado en los derechos de las mujeres. Con carácter general, hemos confirmado que la desigualdad de género es un problema estructural o endémico que la pandemia ha agravado intensificando las vulneraciones de derechos que ya sufrían las mujeres por el hecho de ser mujeres. En el debate algunos temas se han revelado como particularmente críticos y demandan una atención urgente.
- II. La crisis sanitaria provocada por la pandemia ha generado un impacto económico y laboral en la sociedad, profundizando en las brechas de género en el mercado de trabajo. La pandemia ha disparado la brecha salarial y ha empeorado las condiciones laborales de mujeres, la contratación temporal y las reducciones de jornada por los cuidados se han disparado. La destrucción de empleo se ha cebado también especialmente con las mujeres, quienes ocupan mayoritariamente algunos de los sectores más afectados por la crisis, como el comercio, el turismo o la hostelería, altamente feminizados, mientras que su presencia es escasa en los sectores considerados “de futuro”, vinculados al mundo digital, a las TICs o a la inteligencia artificial. Como consecuencia de lo anterior, la pandemia incide en una todavía mayor feminización de la pobreza, especialmente en el caso de las mujeres que se sitúan en el cruce entre varios sistemas de opresión, lo que nos aboca, salvo que se tomen medidas adecuadas, a incumplir la Agenda 2030.
- III. La pandemia, especialmente en sus fases más duras, devolvió la mayor parte del trabajo de cuidado al hogar, incluidas algunas tareas que se habían externalizado a otros ámbitos y con ello volvió a meter a las mujeres en casa y a agravar las consecuencias del reparto poco equitativo de las tareas. De nuevo, como ya señalamos en las conclusiones del mes de marzo, se pone de relieve la importancia de reconocer y valorar los cuidados y el trabajo dentro del hogar.
- IV. Desde diversas instancias (CEDAW, OHCHR) se ha denunciado el impacto desproporcionado de la pandemia COVID 19 en la salud de las mujeres exacerbándose, también en este ámbito, los sesgos y desigualdades de género ya existentes. Además de la mayor exposición al virus – y, en consecuencia, a sus secuelas – por su trabajo en primera línea y el impacto de las consecuencias sociales y económicas de la crisis en su salud mental, la pérdida de la calidad de la atención sanitaria provocada por el coronavirus castiga especialmente a las mujeres.
- V. En el ámbito de la salud, preocupa especialmente cómo la pandemia está incrementando las barreras en el acceso a la información, productos y servicios básicos en materia de salud sexual y reproductiva, entre ellos, a métodos anticonceptivos, servicios de planificación familiar o a servicios de aborto y postaborto seguros que se están recortando en muchos países. La información sobre los derechos sexuales y reproductivos y sobre el derecho al aborto, en concreto, es fundamental para las mujeres, especialmente para quienes se encuentran en situación de mayor vulnerabilidad y enfrentan barreras sistémicas para ejercer estos derechos. Es imprescindible que España haga efectivos estos derechos a través de un enfoque multidisciplinar y también interseccional.
- VI. La pandemia ha incrementando también exponencialmente las violencias sistémicas de las que son víctimas las mujeres.
- VII. La violencia obstétrica, esto es, el empleo de prácticas coercitivas durante el embarazo y el parto, ha aumentado debido al contexto de emergencia sanitaria, de modo que la pandemia ha intensificado una forma de violencia de género que ya existía. Se están aplicando protocolos de atención obstétrica que lejos de buscar un equilibrio entre la seguridad y las buenas prácticas para garantizar una experiencia positiva del parto, han traído discriminación, soledad, aislamiento y todavía más medicalización e intervencionismo.
- VIII. Durante el confinamiento, muchas mujeres víctimas de violencia de género a manos de sus parejas tuvieron que quedarse encerradas en casa con su agresor, y mujeres víctimas de trata y explotación sexual quedaron desamparadas, lo que obligó a poner en marcha planes de contingencia. Las peticiones de ayuda al 016 durante el estado de alarma se incrementaron significativamente, si bien las denuncias formales se vieron reducidas. Es urgente profundizar en medidas integrales que protejan efectivamente a las mujeres frente a todas las formas de violencia.
- IX. La crisis sanitaria y sus consecuencias, así como los problemas antes apuntados, afectan de manera desproporcionada y diferenciada a aquellas mujeres y niñas que ya se encontraban en situación de exclusión o de especial vulnerabilidad. Con ello, se confirma la relevancia del debate de los meses de mayo y junio que analizará el impacto de la pandemia en las “Mujeres situadas
- X. La diagnosis del impacto de la pandemia no puede ser meramente descriptiva, sino que tiene que ser una diagnosis con perspectiva de género habida cuenta de las repercusiones de género que ha tenido. Como ya sucedió en el mes de marzo, en el mes de abril se ha puesto de manifiesto la ausencia de este enfoque en algunas de las respuestas a la pandemia y el déficit de participación de las mujeres en su gestión. No puede haber una respuesta feminista si no hay mujeres construyendo esa respuesta. En el mes de julio trataremos de identificar algunas respuestas que sí incorporan esta mirada de género.